Inspirada en la heroica Rose Will Monroe, quien durante la segunda guerra mundial trabajó como operaria en la Willow Run Aircraft Factory. Esta mujer sirvió de ejemplo para que durante la Segunda Guerra Mundial, seis millones de compatriotas se presentaran como voluntarias en las fábricas de EEUU. Este ejército hormonal pasó a la historia como “Las rositas” gracias a la canción Rosie the Riveter, compuesta en 1943 por Redd Evans y John Jacob Loeb.
Muchas de las señoras que respondieron a este llamado patriótico eran abuelas que abandonaron su jardincito soleado y el cuidado de sus nietos para convertirse en soldados de la producción (production soldiers). Entre los testimonios de aquella época, se destaca el de Lucille Jenkins Nutt, quien recuerda, “vine a los astilleros de Portland (Oregón) en 1941, justo al principio de la guerra, y nunca falté un día al trabajo”.
El cine como siempre, supo sacar partido de estas damas que no dudaron en calzar un mameluco y ensuciarse las manos en las tareas más pesadas. Desde la poco lograda Rosie the Riveter (1944) hasta el documental The Life and Times of Rosie the Riveter (1980), siempre que hay una guerra, aparece la figura de Rosie.
La imagen icónica de Rosie es el de una mujer que remanga su camisa y en una burbuja se lee We Can Do It! (Podemos hacerlo). Aunque su intención nunca fue acreditar el poderío matriarcal, el primero en usar este póster fue Norman Rockwell, para la tapa de la revista Saturday Evening Post. Otros de los slogans de reclutamiento fueron “Do the job he lefts behind” (Haz el trabajo que él ha dejado) y “Free a man to fight” (“Libera a un hombre para que pueda luchar”).
La discusión por el espacio laboral nunca fue fácil para la mujer y la lucha es cotidiana. Resulta curioso que uno de los grandes defensores universales de la democracia, estamos hablando de los EE.UU., nunca haya tenido una presidenta mujer. Pobre, la cachetona de Hillary.
Independientes, competitivas, fortachonas. Las gringas son mujeres totalmente diferentes a las latinas. Y mientras se discute si este modelo de “come hombres” puede triunfar en una sociedad machista como la nuestra, un reconocimiento para la buena de Rosie y sus muchachas.
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