LA GRAN ESTAFA

Solly, el protagonista, desafía a su suerte Como un baúl de viajero que se abre a lo escondido, la historia guarda miles de memorias que nunca fueron reveladas. Algunos de estos incidentes, al ser tocados por la luz de la verdad relucen y otros, como ocurre con Die Fälscher (2007), prefieren seguir adormecidos en ese manto de sosiego que concede el tiempo.


El filme de Stefan Ruzowitzky que viene de ganar el Oscar a mejor película extranjera y de arrasar con los premios y la crítica en Alemania, su país de origen, se presenta como un hecho verídico que sin ofrecer nada para el asombro, logra mover la aguja de la curiosidad. Los relatos que tienen como protagonista al régimen nazi y su vasto aparato de impunidad llegan a resultar una copia de copias si no ofrecen algún giro argumental.

El mérito de Die Fälscher (a.k.a Los falsificadores) es que si bien se desarrolla dentro de un campo de concentración, el foco no es la relación opresor-oprimido, las penurias del Holocausto, o la lucha por la libertad. Aunque ninguno de estos elementos están ausentes y son mostrados lateralmente, la narración se centraliza en el plano de la ética, que siempre deja abierto el ojal para la intriga. La pregunta que plantea es ¿serías capaz de hacer cualquier cosa con tal de salvar tu vida? Aunque el objetivo sea enriquecer al Tercer Reich. Para mantener este interrogante a flote, el filme muchas veces naufraga en un charco y en otras, sale airoso de un tsunami.

De qué va. Salomon Sorowitsch es un bohemio que siempre está dispuesto a invitar una nueva ronda de champagne. Para sostener esta vida de excesos, Solly se dedicada a falsificar billetes y documentos. Hasta que un buen día del año 1944, es apresado y enviado a una prisión.

Al hueso. El acontecimiento que ocupa a Die Fälscher tuvo lugar en el campo Solly no descuida ningún detalleSachsenhausen y la operación que se desarrolló en aquel lugar fue conocida como Bernhard. Aunque esto debería decir mucho, en realidad aporta poco. Porque es apenas la costra que bordea la miga. En algunos pasajes cruciales, el director se apelmaza en la premisa histórica, lo que priva al filme de levantar vuelo y encontrar la fluidez visual que promete pero que no llega a cumplir. La impresión que deja en todo momento es que podría haber dado para más, que moverse de los acontecimientos era un riesgo que implicaba tanto el éxito como el fracaso. Incluso, acodando los extremos, se podría decir que el filme es la prueba fehaciente de que incluso con un argumento noble se puede errar el camino.

Si hubiera que marcar un déficit, este sería la falta de brillo. Y no hablo en términos de iluminación, sino en el sentido de glamour, onda o como prefiera ser llamado. Todo es demasiado decoroso, no hay una historia de amor en juego, un proyecto de emancipación o la intención de embestir a un héroe. Se cuenta un hecho con exagerado realismo, dejando de lado el elemento crucial en el cine, la magia. Y eso es algo que se paga caro. Acaso la música de tango y algunos pechos erguidos pretendan domesticar esa sensualidad que se escapa en silencio, esperando otra oportunidad para enamorar.

En definitiva. No es la mejor película alemana de los últimos tiempos ni algo que motive el aplauso, pero vale la pena dedicarle un rato a la historia.
Score: 5/10

TITULO
: Los falsificadores
El título en inglés es The Counterfeiters
ORIGINAL: Die Fälscher
ESTRENO: 15 de mayo (en Argentina)
ORIGEN: Alemania y Austria
AÑO: 2007
DURACION: 98 minutos
DIRECTOR: Stefan Ruzowitzky
REPARTO: Karl Markovics (Salomon Sorowitsch), August Diehl (Adolf Burger), Devid Striesow (Herzog), Martin Brambach (Holst), August Zirner (Dr. Klinger), Marie Bäumer (Aglaia), Dolores Chaplin (mujer pelirroja), Veit Stübner, Sebastian Urzendowsky (Kolya), Andreas Schmidt (Zilinsky), Tilo Prückner (Viktor Hahn)
GUION: Stefan Ruzowitzky; basado en el libro "The devil's workshop" de Adolf Burger
MUSICA: Marius Ruhland
FOTOGRAFIA: Benedict Neuenfels
WEB OFICIAL:
www.diefaelscher.at
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EL REY ESTA VIVO

Elvis, en su mejor época La vida te sorprende y si las sorpresas se traducen en números, mejor para el entendimiento. Esta frase que suena a muletilla de película mafiosa, viene a cuento de un nuevo hallazgo arqueológico. En un cajón cerrado con doble vuelta de llave apareció un rollito con 40 fotografías inédita de Elvis. Cuánta alegría nos da.


Las imágenes del dios de Mississippi fueron tomadas durante un concierto en el Madison Square Garden, en 1972, cinco años antes de su fallecimiento. Su autor, el fotógrafo George Kalinsky, las encontró por casualidad, mientras trabajaba en un aviso publicitario. Ahora, una de ellas se exhibe en un cartel sobre la tienda Virgin Megastore de Times Square, donde aparece el Rey del rock 'n roll mirando hacia el firmamento, con los brazos extendidos, sosteniendo la capa de su traje.

Como para redondear la anécdota, escuchamos al afortunado de Kalinsky diciendo "recuerdo que al fotografiar el espectáculo, pensé que sólo tenía un par de fotos buenas y nada más. Y agregó con una mueca oficiosa "simplemente, nunca revisé los rollos hasta hace poco, cuando me llevé una sorpresa."

La dote de imágenes de Kalinsky será exibida en Graceland, la mansión de Presley. Para empujar este bocadillo, la muestra irá acompañada por una serie de trajes 50 trajes que el cantante utilizó en diferentes escenarios. Para reservas o consultas sobre planes de financiación, puede llamar a nuestra agencia de viaje.

El concepto de lucrar con las posesiones de los ídolos muertos desconoce de límites y prejuicios. Según el ranking del buen fetichista, los objetos más demandadas por los coleccionistas son aquellos que pertenecieron a Marilyn Monroe, James Byron Dean y Elvis Aaron Presley. Por las dudas, no vaya a cometer la torpeza de tirar ese saco manchado con tuco, en una de esas, en un par de años se cotiza a precio internacional.

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ARDE LA CIUDAD

el inicio del caos en CloverfieldSi alguien pretende sorprenderse con Cloverfield luego de ver algún avance, ojear la crítica o escuchar los cometarios, es probable que se lleve una decepción, porque seguramente, queda poco por agregar. En cambio, quienes lograron vacunarse contra el virus del marketing encontrarán un producto pasajero, bien producido y con mucho vértigo.

Una de las principales armas con las que amenaza el filme de Matt Reeves es la sorpresa. Porque aunque atesore un presupuesto faraónico y derroche efectos de abundancia, la trama se puede resumir en pocas ideas. Pero también es cierto que hay que vender el producto y si no se arriesga nadie gana. Y el gran perjudicado no es el estudio, que ya cortó su tajada, sino el espectador que pagó su billete y recibió a cambio una prenda usada.

Lo mejor que tiene, además de aquello que no corresponde adelantar, es la forma en la que está narrada. Porque la historia evoluciona desde una perspectiva en primera persona. Esta mirada subjetiva de la cámara que ya fue mostrada en The Blair Witch Project (1999) encuentra en Cloverfield, una fresca alteración. Porque mientras en la primera había escenas que enfocaban al cronista filmando, en el filme de Reeves sólo se revela lo que sale del lente de la cámara. El mundo del espectador se reduce a los movimientos de quien registra el hecho, lo que implica que también va a experimentar los golpes y sufrimientos de quien transporta el objeto. Y la sensación, es muy similar a viajar en el primer asiento de la montaña rusa.

De qué va. Rob es un yuppi que en unos días viajará a Japón para ocupar un cargo importante en una empresa. Su hermano con algunos amigos le prepara una fiesta sorpresa como despedida. Pero en mitad de la reunión se produce un apagón general en New York y el caos se desata.

Al hueso. Si esta misma película la hubiera filmado un estudio independiente, con un aparece la gran amenazapresupuesto acotado y sin efectos, se hablarían maravillas de ella. Pero la realidad es que quien está detrás es una gran productora, con Jeffrey Abrams (sí, el J. J. Abrams que desató el furor de Lost) a la cabeza. Lo más valiente que tiene Cloverfield es que no duda en asumir riesgos y aparenta ser un proyecto experimental, una filmación casera, con un elenco desconocido que en realidad, cuesta millones de dólares. Y también es cierto que para levantar ese combo de horror, fantasía y destrucción queda en deuda con cuanta película de bichos haya merecido éxito. Pero como dice el buen ladrón, robar lo hace cualquier, el desafío es hacerlo y que nadie se entere. Y algo de esto hay en la película. A mitad de camino entre el homenaje y el plagio, se pasea por esa delgada cornisa si inclinar el cuerpo hacia ningún lateral. Y al finalizar, uno se levanta con esa rara sensación de haber visto algo que muchos prometieron, pero que nadie se había animado a contar.

En definitiva. Para aquellos que en lugar de especular prefieren sentir la película. Corta pero efectiva, dinámica y sin demasiadas variaciones.
Score 6/10



TITULO: Cloverfield - Monstruo
ORIGINAL: Cloverfield cartel alternativo de Cloverfield

ESTRENO: febrero de 2008 (en Argentina)
ORIGEN: Estados Unidos
AÑO: 2008
DURACION: 82 minutos
DIRECTOR: Matt Reeves
REPARTO: Lizzy Caplan (Marlena), Jessica Lucas (Lily), T.J. Miller (Hud), Michael Stahl-David (Rob), Mike Vogel (Jason), Odette Yustman (Beth)
GUION: Drew Goddard.
PRODUCCION: J.J. Abrams y Bryan Burk
FOTOGRAFIA: Michael Bonvillain
WEB OFICIAL:
www.cloverfieldpelicula.com.ar
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10 PARA LOS 75


Muchas de las imágenes del fotógrafo René Burri se convirtieron en insignias del siglo XX. Quien puede dudar del valor histórico de esa serie con Pablo Picasso o la mirada solitaria de María Callas al terminar una función. En algunas tomas debió recurrir a la técnica y en otras, como la de aquellos hombres que caminan por un rascacielo, al azar para fijar el objetivo.

Uno de sus retratos antológicos data del año 63. En él se asoma un Che Guevara ensimismado, en el Ministerio de la Industria cubana, con un puro ardiendo en sus labios. Curiosamente, esta imagen se le atribuyó erróneamente a Alberto Korda quien en realidad, es el autor de otro hito guevariano, donde se lo muestra con una boina calada de medio lado y esa expresión desolada.

La legitimación de sus imágenes documentales, fueron el pasaporte para salir de la escuela de arte en Zúrich y desembarcar en la agencia de fotografía Magnum. En un período de grandes conflictos internacionales, casi todas las grandes revistas de la época como "Life", "Stern", "Geo" y "Look", publicaron sus trabajos. En más de una ocasión, se lo escuchó decir que el mejor entrenamiento que tuvo, fue tratar de captar las moscas que revoloteaban por la granja de su abuelo, en Suiza. “No podemos esperar que el azar se dé, hay que estar muy listos cuando uno lo persigue. Esta etapa, corriendo detrás de las moscas, fue el primer periodo de mi formación” comenta.

René Burri sigue actualmente en actividad y el 9 de abril cumple 75 años de edad. Desde este humilde cuadradito, nuestro sincero homenaje con 10 fotos indispensables.

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DOS TIPOS AUDACES

tapa de Odd Couple Antes de que el cadáver de St. Elsewhere (2006) se enfríe sobre el pavimento, Gnarls Barkley, la dupla más desvergonzada del cut & paste, apuró la edición de The Odd Couple, un disco enrarecido por las diferentes influencias que lo constituyen. El resultado es una suerte de Frankestein refinado con cabeza de hip-hop, brazos de surfer, piernas de gospel, tronco psicodélico y un cerebro que piensa en el dance.


Este gigante con dos bochas, Thomas DeCarlo Callaway -a.k.a.- Cee-Lo [cantante] y Brian Joseph Burton -a.k.a.- Danger Mouse [ productor y compositor] logran una de las fórmulas más originales de la música policromática. Con una fascinación por embutir cien ritmos en 3 minutos de canción, algo que desde el Beck de Odelay (1996) nadie había podido articular tan armoniosamente, la frigidez de lo mecánico con la curvatura orgánica. Pero también su deuda de honor es con el tío Frank, por esa compulsión de meter cinco cambios sinfónicos, en medio metro de pista.


Y mientras su anterior trabajo era una invitación al movimiento, The Odd Couple descubre el lado más oscuro de la dupla. Es acaso más elaborado, con menos trasnoche y la exquisita imposición de demostrar que las casualidades no existen. En esta nueva etapa, el desafío pasa por esconder la melancolía en la trinchera de la felicidad. Como el tema Surprise, con ese sonido positivo de los 60 y una letra que reflexiona sobre la pérdida de la juventud dice:


Hoy el final de cualquier historia es más encantadora
hoy, todo es cielo o infierno
y lo llevo bien, por favor, perdóname por vagabundear
sólo te quiero a ti
para saber que no se nada
y cuando esa grande y vieja sonrisa termine, serás un disfraz
no te sorprendas.



El corte de difusión es Run, donde el multimedial Justin Timberlake aporta su conocida presencia. Un dato cuanto menos curioso es que el video fue prohibido en MTV por los efectos estroboscópicos (ilusión óptica que usaba el anime japonés Pokémon) que puede causar convulsiones en la audiencia. Algo que no se compara con las perturbaciones que desarrollarán a largo plazo, quienes todavía sintonizan dicho canal.

La autopista más directa para llegar hasta la terminal Gnarls Barkley es a través de Crazy, un hit que refrescaba el tema Last Man Standing de los hermanos Gianfranco + Gianpiero Reverberi y lo servía en un video del diseñador gráfico Robert Hales, donde manchones de tinta se convertían en rostros y expresiones. Aquí sale.



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