EL SECRETO PROFESIONAL

la presencia del mago estuvo asociada al espiritismo y la superstición El éxito, como tantos otros factores de riesgo, tiene la particularidad de volverse viral. Este bacilo infeccioso encuentra en el cine comercial la forma más conveniente para su propagación. Así, basta que surja un personaje con un desarrollo atractivo para que las imitaciones empiecen a ramificarse por el sistema mercantil. Durante los años 80, los psicópatas enmachetados fueron el blanco de todas las imitaciones. Ahora, le llegó el turno al mago. Se abre el telón.

Uno de los promotores de esta figura magnetizada fue sin dudas el buenazo de Harry Potter. Los seis éxitos de taquilla consecutivos que transcurren en la escuela Hogwarts de hechicería, fueron el campanazo de alerta que despertó el apetito de los carroñeros. Pero como el molde era ancho y quedaba mucha tela por cortar, empezaron a despuntar los retazos que, de a poco, fueron dando forma al taumaturgo del siglo XIX.


Aprovechando que al delantero Potter ese año le tocaba hacer banco, en forma casi Afiche de The Prestigesimultánea aparecieron The Prestige (2006) de Christopher Nolan y The Illusionist (2006) de Neil Burger. Pero mientras el filme de Nolan contaba con Hugh Jackman, Christian Bale, Michael Caine como tridente ofensivo, The Illusionist apostaba por la dupla de ataque Edward Norton + Paul Giamatti y unos metros más retrasada, se mostraba Jessica Biel.
Y si bien en ambos casos la ambientación, el período en el que transcurre y los desafíos de los magos son semejantes, el resultado obtenido es muy diferente. Mientras el filme de Burger no supera la calificación de discreto, The Prestige logra transformar un relato de época, en una trama en donde no falta el cuentito de amor, la intriga y el misterio.

Otros de los que se sumó al fervor del hechizo fue
Woody Allen con la comedia Scoop (2006). Lo curioso del caso es dos de los intérpretes de The Prestige (hablamos de Hugh Jackman y la belleza narcótica de Scarlett Johansson) repetían papeles. Claro que el oficio de sibilino quedó reservado para el propio Allen, quien en los 96 minutos de Scoop, se dedica a repetir gestos, obsesiones y miradas que usó para películas anteriores. Lo que se dice un plagio por partida doble.

Y si se habla de ilusionistas y videntes, no puede quedar afuera el gran Houdini, de George Marshall
Harry Houdini. Sus habilidades consistían en evadirse de sacos atados con candados o peceras de vidrio llenas de agua. El cine intentó honrar en varias ocasiones la memoria de este escapista estadounidense de origen judío. Acaso Houdini (1953) de George Marshall, con Tony Curtis en el papel estelar, sin ser una gran película, haya sido la versión más digna. El último intento quedó en manos de Gillian Armstrong con su Death Defying Acts (2007). Los encargados de dar vida al relato fueron Catherine Zeta-Jones y Guy Pearce. El filme tiene un comienzo muy alentador, pero con el pasar de los artificio, la monotonía invade la pantalla y el único truco que uno ansía, es el de los títulos finales.

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