Aunque los platillos constituyen una pieza clave de cualquier banda de rock, los bateros son tipos subestimados que viven confinados en su mundo de cilindros. En los recitales, las cámaras no llegan a enfocarlos, en las tapas de los discos quedan relegados a la segunda fila, nunca son líderes, jamás les hacen reportajes. Además de los nombres fáciles como John Henry "Bonzo" Bonham, Lars Ulrich, David Eric Grohl y Charles Robert Watts, qué otro viene a la memoria sin hacer un esfuerzo. Gordos, forzudos y peludos, son los adjetivos que la gente usa para identificarlos. Se han dicho miles de cosas sobre ellos, salvo que son un prodigio de las virtudes orgánicas.
Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Chichester determinó que los bateristas de rock poseen la misma resistencia física que un jugador de fútbol de primera división. Según apuntó el doctor Marcus Smith, especialista en medicina deportiva, en un concierto, los bateristas pueden quemar entre 400 y 600 calorías, un número similar al que consume cualquier jugador de la Premier League inglesa en una hora de juego. Como para que la comparación tenga mayor peso, Smith sostuvo que un oficinista, en 60 minutos de trabajo, elimina apenas 100 calorías.
Siguiendo con los análisis, se conectó a un batero a un aparato que mide ritmo cardíaco y consumo de oxigeno, para conocer los niveles de ácido láctico en la sangre. Los resultados no fueron menos sorprendentes. Se descubrió que su ritmo cardiaco subió en promedio entre 140 y 150 latidos por minuto, llegando hasta los 190. Una marca a la que sólo acceden los deportistas de elite. Mientras que un futbolista consigue este desempeño dos veces a la semana, los bateristas, cuando salen de gira, lo alcanzan diariamente.
RITMO COLOSAL
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