Con el elogio de lo oculto y las maldiciones ancestrales, el cine de terror oriental renovó la sensibilidad del miedo, perdida por el efecto de engendros pegajosos o psicópatas encapuchado que se regeneran al infinito. Atentos a esta tendencia, la industria comenzó a imitar ese modelo tan promisorio. Y lo que se inició con un convincente The ring (2002) llegó a rebalsar el vaso con la gota en The eye (2008).
Y es que la repetición de un mismo gesto termina por automatizarse y lo que una vez fue terror, a la cuarta se convierte en burla. Algo que a esta altura provocan esas chicas con camisón blanco y pelo largo que se arrastran con sus uñas, los nenes de ojos saltones y piel blanca, las figuras enigmáticas que cruzan corriendo delante de cámara y tantos otros recursos gastados por el abuso.
Las mejores versiones del cine oriental llegaron con The Grudge (2004), donde el propio Takashi Shimizu realizaba una adaptación de la saga Ju-On (2000) y Dark Water (2005), donde Hideo Nakata, re escribía el guión de Honogurai mizu no soko kara (2002) para que se luciera el brasilero Walter Salles. En esta apuesta no había secretos de cajón. La premisa que pareció impulsarlos fue: estos filmes son exitosos porque los vio mucha gente [por lo tanto] si muchos saben de que se trata, hay que entregar algo distinto.
Pero parece que es más simple duplicar cada fotograma con ciega impunidad. Y donde aparece un rostro asiático, reemplazarlo por uno de rasgos occidentales; de preferencia, rubia, con pechos esbeltos y una pésima condición actoral. Los fraudes más bochornosos llegaron con las secuelas The Ring Two (2005) y The Grudge 2 (2006). Y cuando se pensaba que no podía haber algo tan degradante, sacaron a relucir Pulse (2006), una versión explícita de la majestuosa Kairo (2001) de Kiyoshi Kurosawa. Toda la sutileza poética y la belleza estética de esta última, era sustituida por acción, despliegue y una explicación detallada de cada movimiento sospechoso.
Para el postre quedó la árida Jessica Alba, que con su cuerpo exuberante y su expresión de medio punto, compone a la cieguita Sydney Wells de la versión norteamericana de The eye (2008). Y si bien hay que reconocer que los que no vieron la versión de los hermanos Pang (Gin gwai - 2002) pueden llegar a pegarse algún julepe, los que sí lo hicieron, no podrán evitar indignarse. Porque la intención no es sólo tratar de copiar a la original sino también remedar una tradición cultural que no acepta transcripciones. Porque la construcción social del espanto no tiene el mismo significado para un asiático, un latino o un europeo. Y pretender universalizar estos valores es tan arbitrario como suponer que somos todos iguales. Cuando se sabe que no es así. Mal que le pese al señor globalización.
10 pista para seguir al cine oriental
CURADOS DE ESPANTO
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1 comentario:
Esta nueva version de The Eye es una copia textual de la original, digo no hay craneo como para crear cosas nuevas? o dentro de 10 años vamos a volver aver estas versiones remasterizadas en 3D y que ya salga Samante del televisor LCD todo mojado y en camizon
Max
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