EL REINO DEL COLMILLO

una amenaza silenciosa En el universo cinematográfico, a los paladines justicieros como a los villanos despiadados les llega el momento del relevo. Una de las amenazas en peligro de extinción son los tiburones, célebre depredador submarino al cual, directores como Samuel Fuller (Shark! - 1969) y Steven Spielberg (Jaws - 1975) galardonaron con el título de “terror de los mares”. Pero la gloria fue del pasado. Hoy, un nuevo carnicero náutico se abre paso desde las profundidades del celuloide. Hablamos del cocodrilo.

Su vertiginoso ascenso no se debe a una mordida implacable, que su lomo correoso transmita mayor espanto o que pueda desplazarse por tierra y agua. La explicación más honesta es que el escualo dejó de asustar. Pero la consagración del reptil anfibio no es definitiva. Todavía le falta alcanzar un éxito masivo que lo convierta en el asesino serial de las costas. Entonces sí, un perseguidor de éxitos lanzará la saga Tiburón vs Cocodrilo y la batalla no dará cuartel.

Una de las producciones más recientes, que lo tienen como protagafiche de Rogueonista, es Rogue (2007) del realizador australiano Greg McLean. Luego de sorprender con su ópera prima Wolf Creek (2005), McLean regresó con una producción de varios ceros y el flirteo constante con las luces de Hollywood. Si hay algo que demostró en esta vuelta, es que sabe crear climas de suspenso con unas pocas piezas. La introducción de los personajes y la preparación del territorio son realmente fascinantes. Para producir el efecto de aislamiento, combina tomas aéreas de la región australiana con primeros planos de los cocodrilos que flotan por los meandros del litoral.

Y aunque se trata de un típico filme de supervivencia, no es la típica apuesta comercial. En los últimos 20 minutos la historia empieza a tocar suelo convencional y al cierre, termina por confirmar el aterrizaje. El propio director es unn confeso admirador de Steven Spielberg y acaso el afiche (ver foto) se entienda como un homenaje al legenario cartel de Tiburón (1975), donde los dientes del pez están a punto de devorar a su presa.

Uno de lBlack Water, uno de los mejores exponentes del géneroos filmes más realistas y tensionantes sobre cocodrilos es Black Water (2007) de la dupla David Nerlich y Andrew Traucki. Lo fascinante de esta historia que pasó sin pena ni gloria, es que no necesita recurrir a criaturas prodigiosas para sembrar el pánico. Basada en hechos reales, narra las vicisitudes de una familia cuyo bote es atacada por un reptil en los bosques australianos. Los sobrevivientes pasan gran parte de la película sobre un árbol, a merced de un bicho feroz que no les concede tregua. Acaso una mala campaña de marketing y un afiche por demás insustancial, hayan privado a muchos fanáticos de esta aventura estremecedora.
Afiche de Primitivo
Salvo la correcta Lake Placid (1999) de Steve Miner, que tiene el mérito de ser una de las dignas impulsoras del género, el resto de los filmes, son una sucesión de brazos, mutilaciones y dentelladas sin filo. Desde la promocionada Primeval – 2007 (ver foto) con unos carteles más que sugestivos pero de un contenido nulo. Ni hablar de la impresentable Krocodylus (2000) o Crocodile 2: Death Swamp (2002). Pero esto, esto recién empieza.

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