HASTA LAS CHAPAS

Como cuatro fieras enjauladas

Deben existir pocas agrupaciones que hicieron tanto mérito como Metallica para ganarse la antipatía de la gente. Desde la demanda contra las redes de intercambio musical Napster, la denunciar a los fanáticos que descargaban sus canciones, hasta la repentina cancelación de las giras, alegando estrés o cansancio. La aparición de Death Magnetic, su noveno disco en estudio, es una excelente oportunidad para ajustar cuentas pendientes. Lo que implica que, para la evaluación del material, la leyenda y su panteón de éxitos, no serán tenidos en cuenta. Lo que se dice, contemplación cero. Atención, los señores James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo, favor de acomodarse contra la pared. La función está por comenzar.

La sensación que deja el álbum es que uno se equivocó de caja. Que por una amarga casualidad Tapa de Death Magneticdel inconsciente, en lugar de agarrar el CD de Death Magnetic, uno colocó en la bandeja un lado B de Kill 'Em All (1983) o Ride the Lightning (1984). Lo que se dice un sonido de antropófago, visceral, sin lugar para mariconadas. Porque si bien suena distinto a todo lo anterior, mantiene la esencia de los primeros trabajos. El mensaje del grupo está más que claro, basta de buscar la perfección sonora, de pretender refundar el trash metal. Regresemos a las fuentes, a la fibra originaria de los ochenta. Y desde la tapa del disco no sólo están anunciando diez temas inéditos, también comunican que los jinetes del Apocalipsis acaban de resucitar.

Los tres primeros temas (That Was Your Life, The End Of The Line, Broken, Beat & Scarred) no dan tregua ni descanso. Están inflamados con algunos punteos de Metallica, unos años atrásKirk Hammett y la áspera sonoridad vocal de James Hetfield. En el cuarto tema, The Day That Never Comes, los muchachos sirven un refrigero para calmar a las fieras. Entre punteos estilo The Unforgiven y atmósferas que remiten a Fade To Black, se armó este corte de difusión bien redondito. Cyanide es un tema ideal para que el amigo Lars Ulrico exhiba sus técnicas de percusión. Por momentos, los brazos del batero parecen encontrar la fuerza justa para cada golpe, lo que le devuelve a la banda, el sonido tiraparedes de hace unos años. Y por fin llega The Unforgiven III una baladita fierrera que si bien no está a la altura de los dos precedentes, sirve para demostrar que no todo es furia descontrolada en el reino de los metales.

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