El trastorno de identidad disociativa se reconoce por la existencia de una o más personalidades dentro del mismo cuerpo. Uno de los ejemplos más célebres en literatura es El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, donde una de las personalidades asumía el control del comportamiento. El cine supo sacar partido de esta afección para hacer reír (Me, Myself & Irene -2000) para pegar un giro en el final (Fight Club - 1999) o asustar (The Shining -1980). Pero nunca hasta The Tracey Fragments se intentó abordar el tema con la seriedad y el respeto que se merece.
El director de este filme experimental es el canadiense Bruce McDonald, quien para exponer las vicisitudes del trastorno bipolar, durante todo el filme exhibe la pantalla escindida en varios fragmentos, al mejor estilo cómic. Y en cada una de estas divisiones se muestran diferentes perspectivas de una misma escena. En algunas ocasiones la toma se corta en tres franjas que, con una leve desincronización, sirve para traslucir pasado, presente y futuro de una acción. Otras veces, las voces de los personajes repartidos en las viñetas se superponen, logrando un efecto de caos particular.
La protagonista de este drama juvenil es Ellen Page. Acaso la frescura en su rostro o la actitud seca con que aborda el personaje de adolescente, la haya investido como el arquetipo de la colegiala conflictuada. Siempre bajo un mismo papel, hizo su aparición en Hard Candy (2005), lo fortaleció en An American Crime (2007) y se terminó por consagrar con Juno (2007). Sin dudas The Tracey Fragments es su actuación más lograda.
De qué va. Una adolescente se escapa de su casa para ir a buscar a un hermano menor que se ha perdido. En esta suerte de tour de force por la ciudad, se irán sucediendo diferentes situaciones.
Al hueso. Uno de los síntomas del trastorno de personalidad múltiple está asociado a la pérdida de la memoria a corto y largo plazo. Entre sus causas más comunes se cuenta el haber sufrido abusos físicos o psicológicos durante la infancia. En el caso de Tracey se suma la falta de cariño ante experiencias dolorosas. Así, la figura del padre es de una autoridad opresiva y violenta, mientras que la madre, juega el papel de una mujer ausente con severos problemas de autoestima. Para separar todos esos recuerdos agraviantes, que le ronda por la cabeza, la niña debe recurrir a las siguientes afirmaciones “Me llamo Tracey Berkowitz, tengo 15 años. Soy una chica normal”. Pero muchas veces no consigue articular con claridad y se le superponen otras identidades: “Tracey Berkowitz. Tracey Zerowitz. Cuarenta bajo Zerowitz. Mira esto. Tracey Berkowitz, Billy Zero.”
Pese a como están presentadas las imágenes que componen el mosaico de la realidad, hay que reconocer que el filme no aburre en ningún momento, pero llega un punto que seguir esa construcción de formas, se vuelve agotador. A modo de respiro, cada tantos cuadros, McDonald realiza un enfoque limpio de un rostro o intercala un plano completo de algún personaje, para que la vista pueda descansar de semejante tensión visual.
En definitiva. Una historia valiente, contada desde una óptica subjetiva, que puede volver la transmisión por momentos onírica y en otras experimental.
Score 6/10
TITULO: The Tracey Fragments
ESTRENO: sin fecha en la Argentina
ORIGEN: Canadá
AÑO: 2007
DURACION: 77 minutos
DIRECTOR: Bruce McDonald
REPARTO: Libby Adams ( Young Tracey Berkowitz), Shawn Ahmed (Satanic Cashier), Stephen Amell (Police Officer), Jackie Brown (Mrs. Dorchester),
Ari Cohen (Mr. Berkowitz), Ryan Cooley (David)
GUION: Maureen Medved (Novela: Maureen Medved)
MUSICA: Broken Social Scene
FOTOGRAFIA: Steve Cosens
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2 comentarios:
es muy buena película, claro q si =)
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