Cualquier persona sensata sabe que los premios Oscar constituyen un circo globalizado que funciona como una promoción directa de sus manufacturas, en este caso, las películas. También se sabe que los televidentes están cada vez más preocupados por el vestido de quienes desfilan por la pasarela, que por el contenido de los títulos en competencia. Prueba de esta decadencia es que la ceremonia -otrora todo un acontecimiento familiar- ya no se transmite más por canales de aire y se disputa un bocado de puntos en la despiadada grilla del cable.
Pese a todas estas consideraciones adversas, un breve recorrido por los principales títulos en competencia.*
Películas:
Expiación, deseo y pecado (o simplemente “Atonement”)
Aburrida de principio a fin. Se podría calificar como la paradójica historia sin historia. A Keira Knightley, como ocurrió con la insulsa Scarlett Johansson, mejor guardarla por un tiempo, porque cansa verla en todos lados.
Juno (“La vida de Juno”. Nunca la van a dejar tal cual es) Comedia de situaciones muy lavada, que a los diez minutos empieza a desteñir. Su virtud (o acaso su traspié) no llega a emocionar ni tampoco a mover una sonrisa. Ideal para ver un sábado a la tarde con los chicos, en casa, por supuesto.
Michael Clayton (idem) Está bien. Pero nadie va a recordar de que se trataba al salir del cine. El argumento….este… Georgeo Clooney, en fin.
Sin lugar para los débiles (“No country for old man”) La más prometedora de todas. Vuelven los mejores Cohen, esos de Simplemente sangre. Despiadados, salvajes, sin tregua y con esos finales al estilo Barton Fink (1991).
Petróleo Sangriento (“There Hill be blood”) La única que puede meter fuerza. Aunque todavía es una incógnita.
*N. del A. ¿Como se justifica semejante despliegue? La verdad es que no lo se.
Saludando a Oscars (parte I)
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